Jerusalén.- 10 de la mañana en Israel. No es un día cualquiera. En las principales calles y avenidas de todas las ciudades las sirenas de alarma, que comúnmente avisan a la población de la caída de cohetes o misiles enemigos, esta vez llaman a la población a la reflexión y a la congoja.
Poco a poco peatones y automóviles dejan cualquier actividad que estén realizando para detenerse dos minutos en memoria de los seis millones de judíos que murieron en el Holocausto.
Sea uno creyente en Dios o no, pareciera como si todos alzaran una oración por aquellos hermanos que hace poco más de 70 años pagaron por la insania de un ser tan despiadado y depreciado como Adolfo Hitler, quien bajo el nazismo se creyó con el poder de eliminar de la faz de la tierra a un pueblo entero pero no lo logró.
Nunca se vio en la historia semejante nivel de maldad sistematizada y aún hoy con el paso del tiempo, la gente en Israel y los judíos, en general, se preguntan cómo fue posible que la humanidad permitiera tal catástrofe (“shoa”, en hebreo).
La jornada, sin embargo, no empezó esta mañana sino ayer por la noche. Lejos de la costumbre occidental de creer que los días inician al amanecer, acá se cree que comienzan con la puesta del sol. Así, a las 8 de la noche del miércoles las sirenas sonaron para dar el punto de partida a los homenajes del “Yom HaShoa” (Día de la Catástrofe).
Las estaciones de radio y televisión han cortado sus programaciones habituales para dar paso a programas, series, documentales, películas, etc, con la temática del Holocausto. Es un día laborable pero los teatros y cines están cerrados. Aquí hay y se siente el duelo.
Las ceremonias de recordación son innumerables en plazas, escuelas, universidades y centros comunitarios pero quizá, la más importante es la que se realiza en el Yad Vashem, el Museo del Holocausto, que se ubica en el Monte Herzl, en Jerusalén.
Este año el tema fue “La Angustia de la Liberación y la Vuelta a la Vida”, que recordó los 70 años del fin de la Segunda Guerra Mundial (1939-45) en un acto al que asistieron el presidente Reuven Rivlin, el primer ministro Benjamín Netanyahu, los grandes rabinos Yitzhak Yosef y David Lau y seis sobrevivientes –que encendieron seis antorchas, una por cada millón de muertos–.
Fuertes críticas
Fuera de los acostumbrados discursos de lamentaciones y pedidos para que no se olvide esta tragedia, las conmemoraciones han estado enmarcadas por las fuertes críticas en la prensa hacia las autoridades en dos temas vitales vinculados a la “Shoa”: la situación de los sobrevivientes y lo que se está haciendo para evitar un nuevo Holocausto.
Justo esta semana salió un informe que reveló que de los 189,000 supervivientes del Holocausto que hay en Israel, un 25% vive en condiciones de pobreza sin acceso a medicinas básicas y/o asistencia médica.
El reporte elaborado por la “Fundación para el Beneficio de Victimas de la Shoa” señala que el gobierno puso en marcha el 2014 un programa para dar unos US$ 250 millones al año, por un lustro, para paliar la situación de ancianos cuyo nivel de edad promedio es 83 años. Pero, agrega, “trabas burocráticas” impiden que la situación mejore.
El documenta resalta que uno de cada cinco supervivientes se ha visto forzado a elegir entre comida y medicación durante los últimos dos años debido a problemas financieros.
La fundación alertó que de no actuar rápidamente pronto sería demasiado tarde teniendo en cuenta que unos 40 supervivientes mueren cada día, unos 14,000 al año. Aproximadamente un tercio de los supervivientes (36%) vive solo, y la mitad son viudos o viudas.
“¿Cómo podemos pedirles a nuestros hijos que nunca olviden a las víctimas si en nuestro propio país muchos mueren abandonados y con hambre?”, me manifestó Nina Doron, una profesora de hebreo cuyo padre sobrevivió al campo de concentración de Bogdanovka, en Rumanía. “No es justo para ellos y tampoco para nuestro país”, comentó.
Pero Nina no es la única. El informe de la fundación señala que el 84% de los israelíes cree que el trato a los sobrevivientes del Holocausto “no es bueno”, un 52% cree que la mayoría de ellos vive en la pobreza y el 56% no cree que haya habido cambios en la asistencia hacia los supervivientes. Se espera que el gobierno dicte en los próximos días medidas para mejorar la situación pero no hubo ningún anuncio de ese tipo en el discurso de Benjamín Netanyahu en el Yad Vashem este miércoles.
Irán y el nazismo
El Primer Ministro sí pareció estar más atento a otra de las preocupaciones de la población israelí estos días: Irán.
Netanyahu aprovechó el discurso en Yad Vashem para comparar al régimen iraní con los nazis e hizo un llamado al mundo Occidental a impedir que Irán consiga armamento nuclear.
“De la misma manera que los nazis trataron de destruir la civilización y reemplazarla con una 'raza superior' a la vez que destruían al pueblo judío, Irán trata de tomar el control de la región y expandirse con la meta declarada de destruir el Estado judío”, sostuvo Netanyahu.
El premier parece hacerse eco de últimos sondeos que señalan que el 43% de la población teme que se pueda producir un nuevo Holocausto y cree que este puede provenir de Teherán, cuyo régimen teocrático apoya a grupos terroristas como Hezbollah y Hamas en su lucha contra Israel.
“Bibi” se queda solo
Netanyahu, sin embargo, no la tiene fácil pues parece haberse quedado solo en su discurso contra los iraníes luego que EEUU y sus aliados anunciaran a inicios de mes que lograron un acuerdo tentativo con Teherán para que limite su capacidad nuclear a cambio de la reducción de las sanciones económicas.
Se espera que el acuerdo definitivo esté listo para el 30 de junio pero de lograrse supondría un serio golpe para las relaciones con EEUU, el mayor aliado político y militar que ha tenido Israel en su historia.
Aunque el gobierno de Jerusalén asegura que todavía tiene sobre la mesa la alternativa de un ataque preventivo contra las instalaciones nucleares iraníes, las posibilidades se agotan a medida que gana fuerza el consenso, al interior de Israel, de que las armas podrían dejarlos aún más aislados diplomática y geopolíticamente.
No existe unidad en la clase política israelí sobre las ventajas de la opción de la guerra, ni al interior de los servicios de inteligencia. Mientras, la mayoría de la población –los sondeos, en promedio, le dan 60%– cree que Israel no debe atacar Irán, si no tiene el apoyo de EEUU, una carta imposible mientras el presidente Barack Obama siga en la Casa Blanca.
Netanyahu, entonces, tiene que hilar fino porque un ataque no solo pondría en riesgo la seguridad del país sino también a la comunidad judía a nivel mundial, que ha visto un aumento de los ataques antisemitas especialmente en Europa, donde tomó lugar el Holocausto siete décadas atrás.
Un estudio realizado por el por el Centro de Estudios del Judaísmo Europeo Contemporáneo Kantor de la Universidad de Tel Aviv mostró que los ataques antisemitas aumentaron 40% el 2014. Es decir, se registraron 766 incidentes violentos en todo el mundo, en comparación con los 554 del 2013.
El centro destaca que cada vez que Israel se involucra en un conflicto armado, los ataques contra las comunidades judías se elevan en contra partida. El año pasado fue la operación “Margen Protector” en la Franja de Gaza y pocos son los que se aventuran a predecir lo que ocurría ante una guerra de grandes proporciones en Medio Oriente.
Vuelvo ahora a las calles de las ciudades israelíes y entiendo mejor por qué la población ora por el pasado, pero también por un futuro que parece oscurecerse. El demonio de la “Shoa” está ahí, como dándose un respiro 70 años después.
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